miércoles, 15 de febrero de 2012

Cómo quisiera tener las alas de una paloma !!


En el Salmo 55, acosado por las dificultades, y traicionado por un amigo cercano, David usa la imagen del vuelo para describir su anhelo de paz. Imagino al rey, acercándose a una ventana. Asusta a una paloma que ha hecho allí su nido, y la pequeña explosión de las alas que bate el ave al huir hacia el desierto hace que David, en medio del caos, la mire fijo hasta que desaparece en el horizonte. Su...surra «Ojalá yo fuera tú». Y así nace este cántico.

¡Cómo quisiera tener las alas de una paloma
y volar hasta encontrar reposo! (v. 6)

En el poema, David va apilando las palabras para describir la miseria en que se ha sumido: «angustia», «sufrimiento», «pánico», «miedo», «terror». Abrumado y con miedo, David anhela descansar. «Si tan solo me crecieran alas para poder irme y dejar todo esto atrás», gime.

En la película Forrest Gump la joven Jenny lleva a Forrest al campo de maíz, tras la choza donde vive con su padre abusivo. «Ora conmigo, Forrest», le ruega Jenny mientras el padre borracho grita y la busca por el campo. Se arrodillan y Jenny ora: «Querido Dios, por favor, conviérteme en pájaro así puedo volar, lejos, muy lejos».
En los tres milenios que han pasado desde que David escribió sus versos sobre volar, las amadas hijas y preciados hijos de Dios han soportado tensiones de mil formas, situaciones en las que anhelaban ser rescatados. Desearíamos poder volar para alejarnos de un pasado doloroso, o del pantano de la soledad, o de la depresión que nos debilita, de nuestros problemas. Pero mira cómo termina este cántico: David urge a quien le escucha « Encomienda al Señor tus afanes» (v. 22).
Una acción de confianza. No necesitas volar para escaparte, solo necesitas volar para ir a hacer tu nido en los brazos del Señor, y ese vuelo está al alcance de una oración sencilla.

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